domingo, 5 de febrero de 2012

Capitulo 2.- Un pequeño sacrificio, un inmenso dolor.



Los dias pasaron tan iguales, llenos de sonrisas por parte de mis hermanos. Bueno, solo por algunos. Susie venia a visitarnos de vez en cuando, omitiendo claramente, las veces en las que teníamos que ensayar con papá.
Era lunes. No nos habia tocado ensayo. Estaba muy feliz, y espere a Susie, quien siempre venia hacia nuestra casa a visitarnos.
Un golpecito en la puerta… Yo ya sabía quien era.
-¡Yo voy, yo voy! –dije corriendo desde el otro extremo de la casa hacia la puerta. Mi casa era bastante pequeña, pero en ese momento, se me hizo una eternidad el llegar hacia el otro extremo.
-¡Michael! –dijo la dulce niña de ojos dorados al abrirle la puerta, y me abrazo. Yo no podía rechazar eso.
Venia vestida como una princesa. De rosa. Su vestido era rosa, un rosa claro, muy bello. Mientras que su chaleco era de un rosa mas fuerte. Y también sus zapatitos hacían el conjunto perfecto. Y ni hablar de su cabello. Adoraba su cabello, mas porque… En fin, me encantaban sus hebras doradas que enmarcaban su tierno rostro.
-Pensé que no ibas a venir. –dije dejándola pasar mientras cerraba la puerta.
-Ella rio- Yo también lo creía, pero es que Max no quería comer –hizo un pequeño puchero, que me recordó al de Janet cuando no quería tomar su baño. Sonreí.
-¡Shusie, Shusie! –grito mi pequeña hermanita, que corría tropezándose con sus piecitos, pues recientemente habia aprendido a caminar.
-Hola nenita –dijo mi amiga, agachándose a abrazar a Janet, quien se colgó de su cuello, como si se le fuera la vida en ello. Yo adoraba que ellas se llevaran tan bien.
-Hola corazón –dijo mi madre al percatarse de la presencia de Susie.
-Hola señora –recibió el beso de saludo de mi mamá y sonrieron al mismo tiempo. Y como pasaba siempre, comenzaron a platicar inocentemente.
No pude poner la atención suficiente a la plática que comenzaron a emprender. Me sentía tan feliz como siempre. De hecho… Lo importante era que me sentía muy, muy, muuyy feliz. Esa niña era mi mejor amiga. Como mi hermana, la hermana que yo siempre quise tener. Nadie me comprendía tanto como ella, aunque Janet mostraba indicios de ser buena conmigo, pero comúnmente se distraía y me golpeada con su chupete. Y en ocasiones con los cucharones de mamá. Pero era de esperarse, tenía escasos dos años. Y faltaba una eternidad para que creciera.
Despues de la plática de Susie con mi madre, nos pusimos a platicar ella y yo. Jugábamos verbalmente, pues yo no tenía muchos juguetes y mi casa era muy pequeña.
No la pasamos mucho tiempo así, tirados boca abajo en el piso de la sala, mientras la pequeña Janet venia y se sentaba en mi espalda y comenzaba a jugar con mi cabello.
-No, Janet… Me despeinas –decía meneándome de un lado para otro, casi riéndome, tratando de que mi hermana se bajara de mi, pero en lugar de eso, me retenía mas y mas al sujetarse de mi pelo. Mire a Susie. Ella solo reía.
-Ve con Susie. Ella quiere que la peines… -dije con gracia, y al ver la cara de espanto de mi amiga, reí.-Oh vamos, no es tan malo… solamente duele… mucho –dije irónico mientras me sobaba la cabeza.
Janet fue corriendo hacia Susie, y se sentó en su espalda. Las dos riendo. Janet sobaba los caireles de mi amiga, y ella no hacia ninguna mueca de dolor.
-¡Eh! Eso no es justo. A mi si me dolio. ¡Venganzaa! –dije, aventándoles una almohada.
-Yo no tengo la culpa de que seas un greñudo –dijo Susie enseñándome la lengua burlona, mientras me regresaba la almohada.
-Ah, así nos llevamos… -me prepare y vi que ella también lo hacia- ¡Vengaanzaaa!
No la pasamos demasiado tiempo jugando a lo mismo. Bajo las risas de mis hermanos, con excepción de dos…
Nunca me habia divertido mas en toda mi corta vida. Tenía diez años. Un niño merece diversión, aunque yo nunca pude tenerla de siempre. Pero dios me recompensaba. Lo sabia, y eso me hacia adorarlo mucho.
Y no supe como, pero comenzamos a hablar de demás cosas. Hasta del futuro, y de lo que comenzaría a ocurrir.
-¿Tu que planeas enviar para que todos sepan que te marchas allá arriba? –dijo apuntando al cielo a través del techo blanco. Y bien, yo aun no podía deducir eso.
-Em… no lo se. Aun no he pensado en eso.
-¿Sabes? Yo planeo que haya una tormenta.
-¿Una tormenta? ¿Para que? –pregunte curioso.
-Bueno, veras es que… como nunca nadie ha llorado por mí… me gustaría que el cielo lo hiciera. Lluvia, cuando yo me fuera. Eso seria lindo. –dijo sonriéndome encantadoramente.
-Si, bueno, tal vez. –mire al techo. –yo tal vez quiera que un ángel me recoja antes, o me avise que ya debo marcharme. Mi madre dice que nuestro momento llegara cuando dios lo decida, y que veremos las flores florecer en invierno, aunque nunca comprendí aquello.
-Tal vez… si yo muero antes que tu, vendré por ti –me dijo inocentemente. Y por muy inocente que pudo haber sido su comentario, me estremecí con terror.
¿Morir? No, yo no quería que ella se fuera.
-Yo no… si tú te vas… te extrañare mucho –le dije, pensando en el dolor que provocaría.
Ella rio.
-No te preocupes tonto –se acerco a abrazarme. –Yo siempre voy a estar contigo. Te acompañare en todos tus logros, y cuando tus hermanos y tu sean una gran banda. Palabra de honor –dijo levantando la manita y colocándola justo donde debería de estar su corazón. Como una promesa.
Y con la misma, comenzó a jugar sucio. Me empezó a hacer cosquillas.
Toda la casa se lleno de risas y risas. Mi sonrisa no podía ser más grande.
Hasta que en un momento…
Todo mundo cayó.
La puerta hizo un sonido sordo. ¡Oh no! ¡Oh no! ¡Todo menos esto!
Mi padre habia llegado.
Todos nos quedamos quietamente mirándolo. Mientras el, como siempre, nos miraba con esos ojos tan fríos como el hielo. La verdad era que me daba demasiado miedo. Enserio que tenía miedo, y más en ese momento. Las manos me picaron y comenzaron a sudarme.
¿Qué diría sobre Susie? Era muy claro que siendo el, mi padre y manager, Joseph Jackson, no estaría encantado de una boca mas en la casa.
Entonces mis peores temores se hicieron realidad.
El miro a Susie.
¡Oh Dios!
Frunció el seño y convirtió los labios en una fina linea, mientras sus ojos ardían con furia.
¡Oh Dios!
-¿Y tu quien demonios eres? –pregunto a mi amiga. O más bien gruño, pero quien sabe, no podía estar seguro teniendo el corazón en la garganta.
-Joseph… -trato de calmarlo mi madre, aunque yo sabía que seria inútil.
-¡Tu no te metas Katherine! Estoy hablando con la mocosa. Sabes que no me gustan las visitas, y más cuando expresan interés simplemente.
-Yo no… yo no…
-¡¿Cuál es tu nombre?! Exijo saberlo en este instante y espero que no te metas en mis conversaciones.
Susie tembló ante las fieras palabras de mi padre. Ella lo miro con miedo. Con terror.
Sus ojitos se llenaron se lagrimas. Yo no podía permitir eso. No podía dejar que tratara así a la única amiga que pude tener en toda mi vida. Y no importaban las consecuencias. Lo importante era mantener a Susie a salvo de los ojos de mi padre, y acabar su miedo.
Sobre todo su miedo.
-¡Joseph! ¡No tienes derecho de hablarle así! Ella no es como nosotros. A nosotros podrás manipularnos, pero a ella no porque no vive en este lugar.
No podía creer que habia sido yo el que se habia rebelado contra mi padre.
Siempre pensé que serian Jermaine o Tito. O incluso Marlon, que era el que siempre lo retaba. Pero debía defender a mi amiga.
Cuidarla.
-¿Qué me has dicho? –dijo mi padre apretando la mandíbula duramente. Yo sabia que venia por mí. Lo presentía.
Entonces la dulce voz hablo, interrumpiéndolo todo.
-Señor, yo… no creo que usted deba golpear a sus hijos. Ellos… Michael no hizo nada, olvide eso…
-¿Qué demonios fue lo que te dije sobre no meterte en mis conversaciones? –dijo mi padre loco ahora si, de ira. Y lo supe solamente por una razón. La que me alarmo muchísimo. El comenzó a jalonear a Susie.
No, no podía hacer eso con ella…
Estaba maltratando a la dulce niña que se habia convertido en mi amiga tan rápidamente. Estaba lastimándola muy duro.
El la hería. La dañaba. Y yo no podía permitirlo.
No iba a hacerlo.
Mi mente vago hacia la luna. Mis ojos fijos en mis zapatos. Tenia que pararlo de alguna forma. Aunque no sabía si sería difícil. O si lo lograría.
¿Podría?
Sabía que arriesgaba mi pellejo en esto. Pero todo fuera por ser bueno con los demás. Y con ella. Sobre todo con ella.
Tome mis zapatos y con fuerza, exactamente en el blanco. La cabeza de mi rudo padre. El se tambaleo mareado hacia delante, soltando a Susie, quien comenzaba a llorar ya.
Me dolía el pecho, y las palmas de las manos me picaban. Sabía lo que vendría despues. Pero en ese momento yo tendría que salvar a mi amiga.
Cuidarla.
-Vete –dije acercándome a ella y abrazándola fuertemente. –Vete rápido para que no te encuentre.
Ella me miro con terror el los ojos. Pero asintió. Dios sabia que lo habia hecho.
Salió por la puerta y corrió y corrió.

Yo espere. Como siempre. Ya sabía lo que venia y me sentía acostumbrado, aunque aun seguía temiéndolo intensamente.
Mi padre salió de su trance en un momento. Demasiado rápido para mí. Giro la cabeza y me encontró. Al instante sus ojos reflejaron una ira sin igual, y su cara… oh, su rostro. Era el del perfecto demonio.
-Espero que te prepares muchacho… -gruño con fiereza.- Porque no terminare hasta que acabe contigo.
¡Oh Dios!
Sin lugares a donde correr. Sin una cueva donde esconderse.
Y lo peor de todo era…
Que sin lugar a dudas, yo sabía perfectamente… Todo lo sabia muy bien, el no descansaría en ese momento. No lo haría.
Acabaría cruelmente conmigo.
***
No supe contar el tiempo desde ese momento. Me desmaye justo despues del primer golpe. Sabía que tendría contusiones. De hecho sentía que las tenía desde ese momento.
¿Podría la vida ser más miserable para mí? La respuesta era lógica.
La vida se la pasaba dándome desafíos.
Parándome de mí cama aun con la ropa anterior limpie mis húmedos parpados y los rastros de las lágrimas cansadas que se habían deslizado la noche anterior.
Sabia que me llegaría el trabajo duro. Lo sabía con el alma.
Y mi padre no descansaría hasta que yo no quedara completamente exhausto. Mire a mí alrededor y capte la mirada angustiada de mi madre. Era la única que estaba en la pequeña casa. Ni mis hermanos, con excepción del pequeño Randy y la gordita Janet.
Mi mama me miraba detenidamente, antes de pararse y acercarse a abrazarme fuertemente.
Ella sabia que me costaba sobrevivir a todo.
Ella lo notaba. Y vaya que es verdad que las madres tienen un lazo muy especial con sus hijos.
Porque me dolía.
Dolía profundamente, y me calaba entre los huesos hasta mi diminuto y agrietado corazón de niño. Mi infancia, o lo que aun podía divisar de ella permanecía apartada. Encajonada de la libertad.
Y yo necesitaba salir de todo aquello.
Y fue en ese momento, dentro del profundo abrazo de mi madre, cuando recordé. No siempre iba a ser así ¿no es cierto?
Tenia una amiga. Una entre todas las locuras y maldades del mundo. Yo sabía que ella comprendía. Y sabía que ella no se alejaría jamás de mí.
O al menos eso pensaba.
La verdad era que, ya comenzaba a dudarlo.



sábado, 19 de noviembre de 2011

Capitulo 1 -La niña de los ojos dorados.



Esta historia es narrada por el protagonista, tratare de hacerla lo mas real posible.

# Verano de 1968
No comprendo porque papa se molesta tanto si me equivoco en algún paso de baile. Pero aparte de eso, no comprendo mas porque no deja que lo llamemos papa. Eso me duele. Todo niño merece llamar papa a su progenitor, ¿no? Bueno el mío así es, dice que el es nuestro representante, no nuestro padre, así que… Me encuentro caminando sin rumbo alguno. Pude escaparme por un momento, ¡por fin! Pero mi mamá me pidió que me disfrazara, ya que me podría reconocer la gente, o mi padre si me viera. Tan solo llevo un saco grande y un gorro. Es otoño, hace un poco de viento, y la calle esta algo deshabitada. Llego a un gran parque, veo una banca. Camino hacia ella y me siento. Observo a mí alrededor, y me veo nuevamente rodeado entre la soledad.
No conté el tiempo. Los rayos del sol comenzaban a cesar. Y termino mi camino solo. Bajo la cabeza, me pierdo entre mis pensamientos. De pronto mi tranquilidad, y mi soledad se ven bloqueadas por una angelical voz.
-¡Hola! -una dulce y tierna niña me saludo alegremente, mientras se sentaba aun lado de mí. Su presencia  me había causado un sobresalto, ya que pensé que estaba solo-
-Hola -respondí tímidamente-
-¿Cómo te llamas? -me pregunto amigable. Sonreí-
-Michael…  ¿y tu?
-Susie -respondió con una enorme sonrisa- ¿y que haces aquí…? ¿Tan solo?- pregunto curiosamente-
-Es que… pues… -no sabia que responder, aquel par de tiernos ojos dorados me cautivaron. Esa niña parecía un ángel. Su cabello era dorado, y estaba hecho en hermosos y finos caireles. Su piel era blanca, y vestía un hermoso vestidito azul, y un chaleco color gris. En realidad me puso nervioso. Nunca antes me había sentido así. Era extraño. Supongo que me quede mucho tiempo en silencio, así que me dispuse a improvisar- am, solo vine por un poco de aire, me sentía sofocado en mi casa.
-Si, la verdad es que la soledad sofoca mucho -me dijo mientras miraba al cielo-
-¿Soledad? -no comprendía-
- Si -dijo y volvió a parar su vista en mi- yo puedo sentir… cuando una persona se siente sola- me dijo segura- es… algo… extraño.
-Y tú ¿te sientes sola? -pregunte curioso-
- -negó sonriendo- yo siempre estoy acompañada -señalo al cielo, que ya comenzaba a tomar un color anaranjado- allá arriba hay ángeles, que nos cuidan. Cada quien tiene su ángel de la guarda. ¿Cuál es el tuyo? -me pregunto-
-Am -¿ángeles? Mi mama decía que los ángeles éramos todos los que nos encontrábamos en la tierra, solo que no encontrábamos aun nuestra misión. Pero aquello me sorprendió, ¿será que si hay ángeles que nos cuidan desde el cielo? Pues cierto o falso, yo jamás he visto a alguno, aunque aquella niña…
-¡Oh! Veo que aun no lo conoces -dijo riendo- no te preocupes, pronto lo veras, y el te acompañara durante el resto de tu vida-
-Que lindo -dije enternecido- ¿quien es el tuyo?
-No quien, quienes -dijo sonriendo- mi mama, y… mis abuelos.
-¿No tienes mama? -pregunte triste. Era increíble. Yo nunca en mi vida había conocido a alguien sin mama -¿y tu padre? ¿Vives con el?
- -negó mirando al cielo- el tampoco esta conmigo.
-También… ¿murió? -pregunte curioso-
-No -dijo suavemente- el… me abandono, desde que naci. Nunca me quiso.
-¡Cielos! –vaya, había cosas que me habían sorprendido demasiado a lo largo de mi vida, pero la madurez de esa niñita… era algo sorprendente- ¿Entonces? ¿Con quien vives?
-Am… -bajo la mirada- vivo en una casa cerca de aquí, no es muy grande, vivo con mi gato Max, y… algunas veces unos hombres tocan a mi puerta y…
-¡¿Vives sola?! -pregunte casi gritando, completamente asombrado-
-No… vivo con mi gato- dijo sonriendo-
-Pero… eso significa que… ¿no tienes a ningún adulto contigo? ¿Que te cuide?
-¿Para que quiero a los adultos? Son unos aburridos- murmuro riendo, lo cual también me hizo reír-
-Eso es verdad… pero… enserio, ¿no necesitas a alguien que te cuide? ¿Quien te hace la comida? ¿Quien te… quien te podrá dar un abrazo cuando lo necesites?
- - su mirada se entristeció, y miro al suelo- supongo que… nadie. Tal vez mi destino así es… debo… debo estar sola.
-Pero no tiene que ser así -dije preocupado- ¿no tienes a algún familiar? -ella negó-
-No conozco a nadie de mi familia. Los vecinos han dicho que me encuentro sola, y varios hombres han ido a revisar mi casa. Yo tengo que esconderme junto con Max debajo de la cama, para que no nos encuentren.
-Pero… ¿que es lo que quieren? ¿No lo sabes?
-Si… me buscan a mi, dicen que saben que sigo allí, porque me escuchan cantar.
-¿Cantas? -pregunte curioso-
-Es inevitable -dijo sonriendo-
-Lo se -concluí también sonriendo, y comencé a escuchar, que la pequeña niña comenzaba a tararear una canción. No pude saber cual era. Pero se oía triste- ¿que canción es esa?
-No lo se -menciono riendo- simplemente me, fue un sueño, y desde entonces la canto.
-Oh… -volví mi vista hacia el cielo, y pude apreciar como ya se comenzaba a tornar de un tono azul oscuro- ya es tarde.
-Lo se… ¿te regañara tu mama?
-No, mi mama no, mi padre…
-¿El es malo? -pregunto inocentemente-
-Malo… no, no, malo no. Es muy estricto -dije seguro-
-Ok -dijo mientras se paraba de la banca- ¡vamos! Llegaras tarde. Yo te acompañare.
-¿Tu? -dije no muy seguro- el que debería acompañarte, debería de ser yo, ¿no crees? -mencione riendo-
-¿Quieres acompañarme a mi casa? -pregunto riendo-
-Am… ¡claro! No pienso dejarte sola.
-¡Genial -dijo y con la misma me tomo de la mano y me levanto, para llevarme caminando con ella -quiero presentarte a Max-
-Sabes hay algo que no te he preguntado, ¿cuantos años tienes? -pregunte curioso. Era lo único que no sabia de ella, más su apellido-
-Ocho -me dijo como si nada, y seguimos caminando. Era increíble, una niña tan pequeña, y tan sola- ¿y tu?
-Am… diez -era curioso, hasta ahorita había recordado que yo era Michael Jackson, y que con mis hermanos éramos los Jackson Five. Susie me había tratado tan normal, que por un momento todo aquello se me olvido-
-Wow y te ves casi de la misma edad que yo -dijo sonriendo-
- -reí un poco- es que me gusta conservarme -dije para terminar riendo juntos-

Seguimos caminando, realmente no reconocía más allá de aquella calle. Llegamos a una pequeña avenida, y entonces vi, una inmensa casa, al parecer solo estaba hecha de puro material, ya que se veía muy deteriorada. Era increíble que Susie viviera ahí, sola. Ella llego a la puerta, y entonces soltó mi mano para darme un fuerte abrazo.

-Muchas gracias por acompañarme Michael -me decía mientras me abrazaba-
-No tienes porque agradecer nada -le decía mientras me separaba de ella-
-¿Sabes algo? Me caíste muy bien. ¿Cuando podría verte de nuevo? -pregunto inocente-
-Am… es que… no lo se -y era verdad, despues de haberme tardado tanto, no sabia como me iría con mi padre-
-Sabes que… mejor… cuando tu puedas te veo en el mismo parque. Yo siempre voy ahí, me gusta tomar aire fresco, para despues volver.
-Esta bien -dije con una sonrisa, y me despedí de Susie, emprendiendo mi camino hacia casa-

Cuando llegue a mi pequeña casa, las luces estaban encendidas. Me llene de temor, pues papa ya debía de estar ahí, esperándome… toque la puerta, y al instante sentí un jalón.

-¡Michael! ¡¿Eres tonto o que?! ¡¿Que no vez que papa llegara en cualquier momento y tu andas en quien sabe donde?! -me regaño La Toya. ¡Genial! Mi padre aun no llegaba. Me había salvado, ¡gracias dios!-
-Lo siento hermana -dije cabizbajo, pero por dentro bailaba de felicidad- ¿puedo ir a acostarme?
-¿no vas a cenar Mike? -pregunto dulcemente la mayor de todos mis hermanos, Maureen-
- -Negué rápidamente con la cabeza- me siento mal. Buenas noches -me despedí de beso de mis dos hermanas y me retire hacia mi pequeño rincón, para terminar envuelto en un profundo sueño, en donde solo aparecía aquella dulce niña, de grandes ojos color miel-

Al  la mañana siguiente desperté, con una sonrisa en mi rostro, o eso fue lo que pude notar, ya que me sentí mas feliz que nunca. Era extraño, nunca antes me había puesto así, pero bueno… cuando me levante se me vino un olor delicioso. Estaba completamente seguro de que mi mama se había levantado ya, y comenzaba a preparar el desayuno. Me dirigí a la cocina. No estaba equivocado.

-Buenos días mama- me acerque y le di un beso en la mejilla-
-Buenos días cariño, creí que seguías dormido. ¿Cómo amaneciste?- me pregunto dulcemente-
-Bien gracias, huele bien, ¿que estas cocinando?
-No mucho pequeño. Tu padre ayer compro unos panes, así que planeo darles una mitad a cada quien. Solo le pondré un poco de frijoles y queso.
-Eso suena bien- dije mientras me sentaba en una de las sillitas que se encontraban frente a la mesa-
-Y ¿Qué estuviste haciendo ayer eh? Te vi salir por la tarde y tardaste demasiado en volver, tuve miedo porque tu padre podía llegar en cualquier momento, pero gracias a dios no llego temprano- concluyo aliviada-
-Am… no mucho… conocí a una niña.
-Oh ¿enserio? ¿Y como es? ¿Y cual es su nombre?- pregunto curiosa-
-Am es… se llama Susie- dije sonriendo-
-Oh que lindo nombre. Me recuerda a una amiga que tuve en mi niñez, se llamaba Susan, pero le decían Susie.
- -Reí un poco- en realidad, creo que ella solo se llama Susie, de no ser así, creo que me lo hubiera dicho… ¿no crees?
-Depende cariño. Si ella se encontraba sola, tal vez no pudiera tener suficiente confianza en ti.
-Pero ella me conto muchas cosas. Me dijo que vive sola, que no tiene a ningún adulto con ella- y al instante vi que mi madre abría sus ojos con asombro-
-¿Estas hablando enserio? -pregunto asombrada-
- -Asentí con la cabeza- me dijo que solo su gato la acompañaba.
-Pero yo creo que eso seria imposible cariño. No puedo creer que una niña viva sola, a menos que sea mayor de edad- menciono pensativa- dime ¿Qué edad tiene?
-Ocho años- concluí, y al instante vi que mi mama se tocaba el pecho y me miraba asombrada-
-Si eso es verdad… ve levanta a Rebbie –pidió, refiriéndose a mi hermana Maureen. Así la llamábamos de cariño- dile que se encargue de tus hermanos -menciono mientras terminaba de hacer el desayuno rápidamente-
-Pero ¿Por qué?… ¿Qué pasa? -mencione con preocupación-
-¿Dónde vive tu amiga?
-Por un barrio no muy lejos de aquí.
-Vamos, llévame a verla.

Despues de unos cuantos minutos caminando, mi madre y yo llegamos a la casa de mi pequeña amiga. Me acerque tímidamente, y toque la puerta suavemente. No abrían. Volví a tocar, una, dos, tres… no abrían.

-Tal vez no hay nadie -mencione cansado y triste-
-Si dices que vive sola, debe de estar aquí, no creo que ella salga sola por las calles.

De acuerdo, eso era convincente. Toque nuevamente, y mire hacia una de las ventanas en la parte alta, era una casa bonita. De un blanco amarillento, las ventanas eran cubiertas por unas cortinas color beige, se veía cuidada. Era increíble que alguien pudiera vivir en un lugar tan grande, porque se veía grande, y tan solo. Entonces vi, a alguien escondido entre las cortinas, la cortina se movió, y al instante de oyeron unos pasitos. La puerta se abrió.

-¿Hola? -dijo mi madre suavemente mientras se metía a aquella casa-
-¿Susie? -pregunte tímidamente, tenia miedo de que se enojara por haber entrado sin permiso. Pero así era mi madre, era dulcemente preocupada, cuando algo le preocupaba, no paraba-
-Aquí estoy -susurro suavemente, haciendo que mi mama y yo pusiéramos nuestra mirada en aquella niña. Ahora vestida con un bello vestido parecido al de la noche anterior, color verde limón, y un chaleco amarillo. Nos miraba con timidez y miedo, al parecer temía de mi, o de mi madre-
-Oh, hola cariño. ¿Tú eres Susie? -pregunto mi madre cariñosamente-
- -Me miro asustada, y yo solo atine a sonreírle para darle confianza, y supongo que así fue, ya que voltio hacia mi madre y le sonrió, al mismo tiempo de que asintió felizmente-
-Ella es mi mamá- dije dirigiéndome a Susie, mientras abrazaba a mi madre-
-Mucho gusto- dijo mientras le extendía su manita derecha, saludándola-
-El gusto es mío, linda. Michael… me mencionó que vives sola… aquí -concluyo mirando toda la casa y al instante mi pequeña amiga frunció su seño y negó-
-No vivo sola, vivo con mi gato- dijo señalando al pequeño animalito que se paseaba por sus pies-
- -Rió dulcemente ante la inocencia de la pequeña- linda, un gato no se puede encargar de ti, dime ¿hace cuanto que no comes?
-Yo… lo sigo haciendo… mi mama lleno la alacena de mucha comida para mi y mi gato. Esta repleta -dijo sonriendo-
-¿Enserio? -dijo y Susie solo asintió- bien… pero… ¿como las cocinas?
-Pues la mayoría son frutas… las demás son guisos, solo tendría que calentarlos…
-¿Quieres que cocinemos los guisos? -pregunte tratando de ayudar-
-O mejor ¿Por qué no vienes a nuestra casa a comer? -pregunto mi mama, tratando de que la niña comiera acompañada- yo les estaba preparando el desayuno a mis hijos, somos demasiados y no alcanzara, pero si llevas de tus cosas tal vez pueda cocinar, y puedas permanecer todo el resto del día ahí… ¿Qué te parece?
-Pues… yo… no quisiera incomodarlos -dijo nerviosa-
-¡Para nada linda! -menciono riendo- nos encantara tener mas compañía, Michael tiene muchos hermanos, así que no dudo que estés muy acompañada.
-Pues… -me miro, como buscando una respuesta, y yo asentí- esta bien -sonrió- vamos.

Cuando llegamos a casa, tocamos la puerta y al instante salió mi hermana Maureen. Llevaba en brazos a la pequeña Janet, mi hermanita menor. Ella al ver a Susie, le sonrió, y comenzó a hacer soniditos graciosos, extendiendo sus brazos hacia ella.

-No nena, ella esta muy pequeña para cargarte -dijo y al instante mi hermanita soltó a llorar-
-Oh no llores bebita -dijo mientras le acariciaba la mejilla a Janet, y esta paró de llorar para ponerse a reír- es muy linda, ¿como se llama?
-Janet… -dijo mi hermana La Toya saliendo de la casa- ¿tu quien eres?- pregunto secamente-
-Yo soy Susie, y ustedes son… -dijo y concluyo mirándome-
-Ella es mi hermana mayor, Mauren, pero todos le decimos Rebbie- dije mientras señalaba a Mauren- y ella es La Toya -dije señalando a mi otra hermana- y todos le decimos…
-La Toya –dijo Marlon, mientras se acercaba a mi mamá, sacando unas risitas de nosotros, con excepción de La Toya-
-Bueno ya… no se entretengan, y pasemos -dijo mi madre mientras hacia que todos nos metiéramos a la casa-

Una vez dentro, todos mis hermanos salieron, y les comencé a presentar a mi amiga. Rebbie era mi hermana mayor, con dieciocho años, se encargaba de cuidar a mis hermanos, mientras mi mama no estaba. Al parecer todos se cayeron bien, con excepción de Tito y La Toya, quienes se mostraron distantes.

-Y dime algo Susie –comenzó Maureen-, ¿Qué haces cuando estas sola? Digo es muy lógico que tienes que tener algo que hacer ¿no? Dime, juegas a algo, platicas con alguien…
-Yo… no. Solo estoy sentada, con Max.
-¿Quién es Max? –pregunto Randy, quien llevaba en su mano una galleta a medio comer-
-Su gato –respondí yo-
-¿Vives sola con un gato? –pregunto Marlon, abriendo demasiado los ojos, provocando risas, entre ellas la mía-
-Sip –respondió Susie sonriendo, mientras asentía-
-Que horror –exclamo La Toya, con cara de asco-. Odio los gatos. Son horribles, asquerosos y llenan de pelos cualquier cosa.
-No es verdad… -se defendió mi amiga-
-¿Me dirás que no ensucia ni llena de pelos? –pregunto mi hermana con ironía-
-Bueno si, pero…
-Ahí lo tienes. No se como puedes vivir así. Con razón te encuentras toda sucia y…
-¡La Toya! –le grito Maureen, regañándola- ¿No puedes ser mas adorable querida? –dijo con sarcasmo- Es nuestra invitada y hay que tratarla con el respeto que a ti te gustaría que te mostraran si fueras a algún lugar ajeno.
-A mi todos tienen que respetarme –dijo La Toya molesta, mientras se levantaba de su silla y se retiraba al exterior de la casa-
-Yo… lo siento… no pensé que fuera a molestarse –dijo Susie apenada-
-No tienes porque sentirlo –dije yo-
-Pero se molesto… yo la vi enojada…
-Así es La Toya –dijimos mis hermanos y yo a unisonó-
-Déjala corazón –intervino mi madre- esta entrando en la adolescencia. Ya cambiara pronto. Ya veras, se llevaran muy bien.
-Ojala… -respondió Rebbie en voz baja-
-¿Qué dijiste hija? –pregunto mi madre, desconcertada-
-Eh… no ¿yo? Nada, nada. Bueno pues –se levanto del piso, con Janet en brazos- creo que, debo ir a cambiar a la bebe… huele a –la olio e hizo un gesto gracioso- ire a bañarla –y se fue al baño, dejándonos riendo-

En ese día me divertí demasiado. Si era muy lógico. Me encontraba rodeado de la gente a la que amaba. Sin intervención de nadie mas, sin canciones que ensayar, sin pasos que practicar. Solo tranquilidad.
Y mientras continuaba luciendo una de mis no muy conocidas sonrisas, pensé.
¿No podía haber un mejor día de mi vida? Si por supuesto que los habría, pero en este momento, me sentía dichoso.
Mi madre se sentó con nosotros y nos pusimos a platicar.
Platicamos y platicamos sin parar hasta que llego la hora de la comida y nos sentamos a comer, todos en donde cupimos. Juntos, a excepción de Tito y La Toya. No comprendía porque no se llevaban bien con mi amiga. Ella era muy divertida y buena.

Cuando terminamos, todos nos pusimos a recoger los platos y a ayudar a mi mama a limpiar.
Yo no aguante más, y decidí acercarme a mi mamá para preguntarle algo.

-Oye mamá…
-Si hijo, dime –dijo, interrumpiendo su lavada de platos sucios-
-¿Por qué Tito y La Toya no tratan bien a Susie? –dije, obviamente refiriéndome a las veces en las que la ofendían-
-Mira corazón… habrá veces en las que las personas no comprenden el porque hacemos las cosas… pero uno no puede dejar de hacerlas y esas personas, al no tener explicaciones lógicas, actúan de una manera incorrecta respecto a la acción que hacemos nosotros.
-Osea que… cuando trajimos a Susie y no les dimos una explicación a ellos… ¿se molestaron? –no comprendía…-
-No… es como… tus hermanos necesitan que les expliquen cuales son las razones de nosotros para ellos, para traer aquí a alguien mas… y compartir todo lo de nosotros. ¿Entendiste ahora cariño? –me pregunto dulcemente-

Pero yo seguía sin comprender… Y yo creo que se dio cuenta por alguna cara que hice, ya que se rio.

-Escucha, porque mejor no vas a ayudar a Maureen con Janet… o a hacerle compañía a tu amiga, esta sola.

Eso me hizo voltear y mirar. Susie estaba alejada en un rincón, mirando a todos con timidez. Al parecer había pasado algo que la había asustado.

-Pero yo… quiero saber…
-Pronto nene… hay que agradecerle a Dios por mandar una pequeña niñita que sea muy linda y amable con todos nosotros sin condición. Que se preste para ser tu amiga y la amiga de todos.
-Con excepción de mis hermanos… -dije con desgana-
-No es que a ellos no les guste mi niño, solo quieren…
-Razones… -la interrumpí, y sonreí- si ya se. Pero bueno… es verdad, es muy bueno que me hayan mandado alguien con quien platicar… comenzaba a sentirme solo.

Camine dirigiéndome a mi amiga. La niña de los ojos dorados más bonitos que había visto jamás.
Ella me sonrió y nos pusimos a jugar con Randy. Eran casi de la edad. Casi.
Aun con la explicación de mi madre, seguía sin comprender… ¿Quién podía resistirse a una tierna niña de ojos hermosos y actitud soñadora?
Era la amiga que yo había deseado.
Una que no había conocido con anterioridad, y le agradecía a dios que me la hubiera mandado.
Y le rezaba que no me la quitara jamás.

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Hola chicas. Aqui me reporto yo nuevamente.
Para las que no me conocen aun, me llamo Cinthya, soy de México y tengo 14 años, y soy la escritora de Travel To Past

Inicio una novela en la que el protagonista, osea nuestro adorado Michael, la narra.
Espero y les guste, y puedan mandarme sus comentarios.
Les dejare claro que esta novela no es ni larga ni corta, y me temo que sera un poquito melancolica, pero solo un poquito.
La publicare cada semana, ya que necesitare tiempo para pensar y sentir para inspirarmey escribir capitulos nuevos.
Un beso muy grande a todas.
A mis antiguas lectoras, y a las que yo se, estan por llegar.
Dios las bendiga.